Todos los días tomamos decisiones. ¿Café o té? ¿Me pongo un jersey rojo o uno azul?
En la vida hay que tomar decisiones prácticamente para todo. Hay algunas que son momentáneas, que nos hacen decidir en ese instante y que probablemente la relevancia que tengan sea a corto plazo.
Otras, sin embargo, marcan nuestra vida. Significan el principio tal vez de un nuevo proyecto, afrontar un empleo nuevo, formación, oposiciones…
Hay momentos en los que debemos afrontar una serie de situaciones de carácter profesional que conllevan un cambio. ¿Estamos realmente preparados para afrontarlo o simplemente nos dejamos llevar y esperamos a ver resultados a lo largo del tiempo?
La modificación de la rutina trae de la mano el miedo y las dudas se convierten en compañeras de viaje en función del reto al que nos estemos enfrentando. En ocasiones tomamos decisiones rápidas para salir del paso, alejándonos de la madurez y la balanza de nuestros principios.
Hay procesos que requieren tiempo, forma y trayectoria. ¿Te has planteado poner en orden tus prioridades? ¿Sabes qué es lo que necesitas?
Tómate un respiro y reflexiona
¿En qué momento? En tu tiempo libre. Determina si las decisiones que tienes que tomar se refieren a tu entorno familiar o laboral. ¿Eres feliz? ¿Disfrutas con lo que haces? ¿Qué puedes hacer para mejorarlo?
Cada problemática debe tratarse en su ambiente. Lo familiar con la familia y lo laboral en el trabajo. El cruce de variables muchas veces lleva a un laberinto sin salida, donde de un problema primario nace uno secundario.
Enfrentar un problema con madurez comienza sabiendo separar ambas variables, la laboral y la familiar.
¿Cuánto tiempo dedico a la toma de decisiones?
El necesario. El que te haga falta para encontrar tus principios y te permita sentar las bases de lo que quieres ser y lo que necesitas para ser feliz.
Esto no implica que reduzcas tu productividad, sino que consigas encontrar tiempo para ti y para tus preferencias.
Así podrás ser mucho más productivo a lo largo del día, conseguirás una estabilidad emocional, necesaria para afrontar cualquier proceso de toma de decisiones.
Porque las decisiones no sólo las toman en los trabajos. Somos nosotros mismos los que las tomamos, es necesario y además relevante para conseguir obtener esos resultados que esperamos.
Aprende a dosificar tus esfuerzos y a sacar lo mejor de ti para que tus decisiones te acompañen en tus objetivos. Plantea metas alcanzables y disfruta con el proceso, es algo que nunca recuperarás, pero que te permitirá abrir tu mente a escenarios más elaborados otorgándote el poder de elegir ser lo que tú quieras.
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1 comentario hasta ahora
Héctor TrinidadPublicado en 10:22 pm - Ene 31, 2017
Mercedes, solo puedo decirte un cosa:
Enhorabuena. Excelente post, en todos los sentidos.