El desempleo tiene escalas. Existe propiamente lo que se denomina desempleo regulado y el desempleo de larga duración. Cuando en el último año y medio no se ha trabajado más de seis meses de forma alternativa, consideramos que una persona es parada de larga duración.
Todo desempleo es negativo, la prioridad debe ser toda persona que se encuentre sin empleo y no realizar distinciones entre si es mucho o es poco el tiempo que una persona se encuentra desempleada.
Suele ocurrir que muchas veces un reclutador se puede encontrar que la última experiencia laboral de un candidato es de hace algo más de dos años. Aquí surgen dos vertientes: la primera, descartar al candidato por encontrarse “fuera del mercado laboral”, considerando que esa persona no cuenta con las aptitudes necesarias para optar a un puesto, o, la segunda opción, la de coger el teléfono y preguntar al candidato por su experiencia laboral, ya sea pasada o reciente y tratar de investigar ese parón en su trayectoria.
Muchas veces nos encontramos que los candidatos no han tenido oportunidad de trabajar, ni en periodos cortos siquiera y otras, muchas personas te dicen que durante ese tiempo aparentemente “vacío” trabajaron sin contrato, tuvieron una experiencia laboral temporal o se dedicaron a labores que no han reflejado en el CV por falta de tiempo o por considerar que no es relevante o necesario.
¿Por qué hemos elegido este tema? Porque de un tiempo a esta parte he encontrado muchos casos de personas que se encuentran cobrando el “subsidio”. El subsidio no debe confundirse con la Prestación Contributiva, comúnmente conocida como “el paro”. El subsidio es una cuantía económica que una persona recibe como ayuda una vez que ha agotado otras vías de percepción económica.
Parece que es una ventaja, puesto que se puede decir, “esa persona tiene ayuda”, pero a la hora de realizar un contrato, puede no ser tan ventajosa esa situación. Si una persona que se encuentra cobrando subsidio obtiene un contrato laboral, pierde el derecho a la ayuda y hay que esperar dos años para poder volver a solicitarla.
¿Qué ocurre si a esa persona le va mal en el puesto de trabajo? ¿Pierde su derecho a la ayuda por el hecho de haber sido contratado?
Quizá, el desempleo de larga duración debería enfocarse de otro modo. Habría que pararse a pensar que, tal vez las personas que lleven en paro más tiempo, apenadas por su situación, consideren que su nivel de estabilidad emocional se vea reducida por esta circunstancia.
¿Qué podríamos hacer? Fomentar la contratación de estas personas sin miedo a que si cobran una ayuda se queden sin ella si el empleo sale mal. Seguro que dentro del amplio grupo de parados de larga duración existen verdaderos/as profesionales que podrían desarrollar su trabajo de una forma muy eficaz, pero que carecen de la oportunidad por haberse descolgado del mercado laboral.
Dentro del amplio campo del desempleo se debería fomentar que los desempleados, de media o larga duración participen en actividades propiamente de formación y reciclaje, dejando a un lado la inestabilidad y la desesperanza que el propio desempleo genera.
Que se dé una oportunidad a todas las personas que se encuentren paradas, que puedan efectuar cursos gratuitos, actividades culturales y sociales, asistencia a charlas y seminarios que les permitan mantener viva la llama de la esperanza.
Hace varias semanas hablábamos en el Blog de la Formación Clave para el Empleo, y lo es. Muchas veces hay puestos de trabajo que se ofrecen únicamente para personas que estudian Cursos o que precisan de formación específica con la que muy pocas personas cuentan.
Solucionemos el drama del desempleo, ya sea con formación, con oportunidades, todo el mundo merece una y por qué no, con el aporte de cada uno/a de nosotros/as.
1 comentario hasta ahora
QuianaPublicado en 6:29 am - Ene 18, 2017
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