Hablemos de la competencia. Hoy es un día como otro cualquiera. Tu jornada laboral es como la de ayer y, probablemente, como la de pasado mañana. Has estado en la oficina escribiendo emails, solucionando incidencias, atendiendo al teléfono que no ha parado de sonar prácticamente desde que te has sentado en la silla, te has terminado bebiendo el café frío y todavía tienes un millón de cosas por hacer.
Transcurren las horas y, por fin, llega la hora de marcharte. Pese a lo dura que ha sido tu jornada, eres feliz y te gusta lo que haces en tu trabajo. Hoy no vas al gimnasio porque te puede el cansancio. Llevas dos noches durmiendo regular y has decidido que hoy lo vas a dedicar a descansar.
En este post quiero reflejar los aspectos más básicos de la Orientación Laboral y por qué decidí dedicarme a ello.
Partimos de la que la Orientación Laboral es un proceso de planificación, toma de decisiones, previsión de consecuencias tanto positivas como negativas y puesta en marcha de una serie de conductas a la hora de buscar empleo.
Se trata de un proceso dinámico, inmerso en constantes modificaciones según se va avanzando y se incorporan nuevas cuestiones por parte de la persona ante las exigencias que reclama el mercado laboral.
El principal objetivo de la Orientación Laboral es facilitar a la persona un “patrón” o proceso de actuación mediante un apoyo de carácter técnico y que sirve como referente para alcanzar la autonomía personal en el establecimiento de su itinerario de inserción laboral. Por tanto, se pretende mejorar las posibilidades de inserción laboral de los demandantes de empleo.
Cada persona precisa de un itinerario de inserción diferente, por lo que la labor de un orientador es estudiar cada caso por separado y elaborar un itinerario de inserción personal para cada persona que se encuentre buscando trabajo. Este proceso es consensuado, por lo que es el demandante de empleo el que toma decisiones de forma autónoma aunque siempre tenga el apoyo en el Orientador.
Hoy en día, el mercado laboral es muy variable. Las empresas demandan profesionales cualificados y preparados y muchas veces no sabemos tomar decisiones para adaptarnos al perfil que se busca.
Las empresas están obligadas a renovarse continuamente y realizar cambios en su actividad, productos y servicios, así como su plantilla de personal, por lo que cada vez es más frecuente que se exija mayor especialización.