Entrenar la tolerancia a la frustración

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Entrenar la tolerancia a la frustración

Entrenar la tolerancia a la frustración es todo un reto. La frustración es una compañera de vida, nace con nosotros y tenemos que aprender a relacionarnos y gestionarla adecuadamente para enfrentarnos con éxito a la vida.

La frustración es un sentimiento que aparece en el momento que no conseguimos nuestro objetivo o cuando las situaciones que nos acompañan no son favorables. Es una respuesta de carácter emocional que aflora cuando nuestras metas, proyectos o expectativas no se cumplen o satisfacen. 

En el punto en el que nos encontramos actualmente, y dadas las circunstancias que esta pandemia nos ha obligado a vivir, seguro que se ha experimentado alguna situación que ha provocado angustia, miedo, ansiedad o enfados, pareciendo que va a ser para siempre y no tomándolo como algo meramente transitorio.

Se tiende a pensar que las emociones negativas no son para nosotros y que cuando llegan es producto de la mala suerte o una circunstancia no buscada, haciéndonos sentir fracasados y tratando de encontrar culpables o respuestas en los o las circunstancias que nos rodean.

Tenemos que tomarlo como algo temporal, que debemos interiorizar y asumir e incluso trabajar el proceso de aprendizaje que nos deja como estela.

La frustración es un estado emocional interesante, porque tiende a sacar lo peor de quien está frustrado. Daniel Handler

¿Dónde nace la frustración?

Cuando éramos pequeños, pensábamos que todo el mundo giraba alrededor de nosotros, que nos merecíamos todo y que tenía que ser ya o sin tardar. El concepto tiempo para nosotros no existía, ni tampoco la capacidad de la empatía para pensar en las necesidades y los deseos del resto de personas.

En el momento que se nos marca un límite y entendemos que eso que necesitamos en ese instante ya no es tan importante y, por tanto, necesario, empezamos el camino hacia la tolerancia de la frustración. Si siempre se nos hubiera dado lo que pedíamos, no habríamos desarrollado la capacidad de postergar o abandonar un deseo o una necesidad.

 La gestión emocional como parte del proceso de entrenamiento

Todas las emociones, incluso las que no son nada agradables ni positivas, forman parte de nuestro día a día y son reacciones naturales a hechos negativos que nos suceden. Mirar para otro lado, o intentar que se eliminen, no solo no es posible, sino que el impacto negativo emocional que genera es importante.

Cuando se habla de frustración, se tiende siempre a lo negativo, pero tenemos que tener en cuenta que es una reacción normal que todo el mundo ha experimentado cuando el plan ha fallado y las cosas no han salido como queríamos o deseábamos. El problema surge cuando la reacción que tenemos ante una situación para nosotros frustrante, genera demasiado malestar y provoca más lejanía de conseguir aquello que queremos o necesitamos.

No todo el mundo tiene la misma capacidad de tolerar la frustración. Esto es comparable al umbral del dolor, hay personas que lo tienen altísimo y otras no lo soportan nada. Como hemos indicado anteriormente, aprender a gestionar la frustración, es una habilidad, y por tanto, siempre mejorable. 

La situación actual no ofrece el mejor de los escenarios, por lo que es clave entrenar nuestro nivel emocional y trabajar las estrategias que nos permitan tolerar mejor la frustración, afrontando de manera positiva las limitaciones y dificultades que se nos presentan.

Desarrollo de la tolerancia a la frustración

No siempre nos encontramos en las mejores condiciones para plantar cara a la frustración, pero sí tenemos que hacer el ejercicio para que esta circunstancia no nos abrace y nos impida ver con claridad nuestros objetivos.

Las personas que tienen una baja tolerancia a la frustración no aceptan la realidad de lo que sucede, los imprevistos que les acechan, suponen una auténtica catástrofe y la percepción de estas inquietudes suele tender a la exageración y a tener una visión equivocada o errónea y distante de la realidad.

Esto supone convertirse en personas reactivas, que ante situaciones y circunstancias adversas, adoptan un papel negativo y victimista, generando un alto nivel de estrés y de insatisfacción vital y emocional.

Por otro lado, las personas que trabajan la tolerancia a la frustración, sufren menos episodios de estrés, se enfrentan a los imprevistos con mayor calma y no permiten que los problemas ocupen más espacio del que merecen. Estas personas aprenden a aceptar el sufrimiento, el dolor e incluso el fracaso, trabajando proactivamente y buscando alternativas para salir de ese bache y alcanzar sus metas.

Cuando aprendemos a trabajar la frustración de una manera adecuada, la vida es menos estresante, es decir, enfocamos la energía en resolver los problemas y superar los obstáculos que se nos presentan.

Al aceptar que la frustración forma parte de nuestra vida, aprendemos a dejar de luchar contra algo que está ahí, que no podamos cambiar, pero sí lidiar con esas dificultades y aprender durante el proceso.

¿Qué nos enseña la circunstancia actual?

Aceptar no significa conformarse y resignarse, por lo tanto, no hay que dejar de intentar lograr un objetivo o una meta; aceptar es dejar de pelear con nuestros problemas internos, dando paso a buscar la solución a un problema.

Vivimos en un mundo donde las Redes Sociales marcan el ritmo y emiten la perfección a través de las masas.

Aprender a tolerar la frustración necesita mucha paciencia y fortaleza mental. En la circunstancia actual, marcada por un par de meses de confinamiento, donde nuestra rutina se ha visto altamente modificada, tiene que servir para aprender a tolerar molestias, contratiempos o la satisfacción perdida, bien pueda ser por la pérdida de seres queridos, puestos de trabajo u otras circunstancias personales.

Convertir un problema en una oportunidad de mejora o cambio, es un ejercicio para tolerar la frustración. Las soluciones mágicas no existen, pero nosotros estamos aquí para aprender y mejorar, al tiempo que conseguimos una vida más equilibrada y tranquila.

 

2 comentarios hasta ahora

MónicaPublicado en  11:59 pm - May 26, 2020

En primer lugar, darte la enhorabuena por este blog tan ilustrativo.

Comparto enormemente lo que comentas en esta entrada referente a la frustración.

Haciendo referencia al mundo laboral, creo que es algo que debe trabajarse también desde el ámbito organizacional; pues determinados hechos inherentes al trabajo como la jornada de trabajo excesiva, la disminución del tiempo de descanso diario, las presiones o el clima de trabajo, pueden producir elevados niveles de frustración.

Los efectos negativos de la frustración de un trabajador, por tanto, no solo perjudican a este, sino también a la empresa; influyendo negativamente tanto en productividad como en el rendimiento, induciendo al absentismo o la incapacidad laboral.

Dicho absentismo, a su vez, se ve reflejado en problemas de planificación o de personal, dando lugar a pérdida de producción y a un mal ambiente laboral; incidiendo también en una disminución de producción y calidad y en un posible aumento de siniestralidad en el trabajo; que precisa de un diseño de estrategias tendentes a adaptar el trabajo a la persona y llevar a cabo una adecuada vigilancia de la salud de los trabajadores; aspecto que en muchas ocasiones, no se tiene en cuenta.

    MerchePublicado en  5:59 pm - Jun 1, 2020

    Hola Mónica,

    ¡Muchísimas gracias por tu comentario!

    Opino igual que tú, muchas veces, la frustración de una persona es un aspecto que no se tiene en cuenta, puesto que como es algo que nos viene aparentemente «dado» y cargado en nuestra mochila, parece que es algo que solo tiene que trabajarse fuera del entorno laboral.
    En estos casos, un elevado nivel de frustración, como bien indicas, incide directamente en la productividad de una persona, y si no se trabaja o no se tiene en cuenta, el resultado puede ser muy negativo.

    A veces también nos cuesta pedir ayuda, o pensamos que si lo hacemos, va a ser algo que ataque a nuestros principios. Considero que es necesario tener en cuenta este aspecto de cara a tener una vida personal y profesional mucho más llevadera. Las circunstancias y situaciones negativas no se van a dejar de dar, pero es cuestión de paliar esos impactos negativos que condicionan el día a día.

    Gracias nuevamente por comentar en el blog.

    ¡Saludos!

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